¿CÓMO INTEGRAR LA ÉTICA EN TU PRÁCTICA PROFESIONAL?

Pautas claves para integrar lo que somos, lo que sabemos y lo que hacemos, y enaltecer así nuestra profesión

La ética profesional va más allá del acatar estrictamente el contenido de un código de ética particular. Es la oportunidad para crear un contexto de integridad que rodee nuestra profesión y proteja a quienes interactúan con nosotros en la vida.

Sin ética no hay práctica profesional efectiva y perdurable en el tiempo. Quienes somos, lo que sabemos y lo que hacemos está presente 24/7. En otras palabras, los seres humanos y profesionales que elegimos ser tiene un impacto en el mundo. Una sola conversación tiene el poder de crear futuros que no iban a ocurrir de cualquier manera; y de crear expansión y posibilidades para el desarrollo humano y organizacional.

La ética profesional no permanece estática. Se transforma y evoluciona para considerar los posibles dilemas y situaciones. Adoptar una postura que propenda por la ética puede prepararnos para tomar mejores decisiones y actuar de forma que honre nuestro propósito de vida.

¿Cuál es la razón detrás de la razón que argumentamos? ¿Qué es lo que defendemos a un nivel más profundo? ¿Qué es lo que consideramos innegociable en nuestra relación con otros y cuando construimos con ellos un “nosotros”? ¿De qué manera el hacernos preguntas como estas influye en nuestra consciencia?

No se trata solamente de mediar en las relaciones 1:1, la ética profesional es un fenómeno social. Las sociedades se constituyen y reconstituyen en la forma como interactuamos los individuos y los grupos. Somos al tiempo semilla y abono. Entonces, ¿qué es lo que estamos comprometidos a cultivar? De las decisiones que tomemos hoy se nutre la cosecha del futuro.

 

¿Cómo entrenarnos en ética para estar a la altura de este desafío?

Esta pregunta daría para toda una disertación. Me limitaré entonces a compartir algunas ideas para avanzar en la comprensión y puesta en marcha de un ejercicio profesional íntegro:

  1. Practicar nuestra observación consciente mente – corazón – cuerpo. Son fuentes de información valiosa para distinguir y discernir nuestras experiencias y llevarnos a estar en coherencia. Nuestras declaraciones de integridad deben ser consistentes con nuestro quehacer profesional. Si no es así, tendremos las señales a través de nuestros pensamientos, nuestras emociones y sensaciones corporales.
  2. Trabajar para ser consciente de optar por una postura ética que guíe nuestro actuar. Una postura que nos permita construir confianza, honrar nuestras promesas, coordinar acciones con otros y desarrollarnos de forma integral. Tener y defender una postura ética es la clave para gestionar el cambio que queremos ver en el mundo.
  3. Tener la valentía para correr el riesgo de ser impopulares. Entender que la gratificación inmediata puede oponerse a la consistencia a mediano y largo plazo nos puede llevar a reconocer nuestros valores y principios y soportar nuestras decisiones en aquello que es importante para nosotros. Por ejemplo, ¿de qué nos sirve ganarnos un negocio si eso que vamos a hacer no está conectado con nuestro propósito y/o con los valores de la organización a la que representamos?
  4. Adoptar prácticas consistentes con el estándar ético al que adherimos. Establecer buenos acuerdos con nuestras contrapartes, apoyarnos en las redes en las cuales podemos conversar acerca de los dilemas que pueden presentarse (colegas, mentores, comunidades de práctica y aprendizaje, etc.), revisión y estudio de información disponible sobre situaciones éticas en el ejercicio profesional, entre otros.

¿Qué otras ideas se te ocurren a ti? Me encantará leerte, estoy al otro lado de la pantalla.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir arriba