He escuchado frases como “la paz se construye en casa”, “no hay paz sin verdad, justicia y reparación”, “no hay paz sostenible soportada en la impunidad”, “la paz parte del perdón genuino y de un nuevo rumbo en el que no miremos hacia atrás”, entre otras. Entre estas y otras reflexiones, se me ocurrió relacionar la posibilidad de una Colombia transformada y en paz con algunas de las ideas que plantea Werner Erhard en su libro “Nada es tan poderoso como una idea a la cual ha llegado su tiempo. El Proyecto del Hambre y el Fin de la Inanición en 20 años”.
Erhard, frente al problema del hambre en el mundo y al evidente fracaso por erradicarlo construyó, a mi juicio, una propuesta interesante alrededor de que las transformaciones sociales son imparables cuando creemos que ya ha llegado su tiempo. ¿Y qué significa que ya ha llegado su tiempo? Tal vez parte de declarar que es posible crear una situación distinta, de asumir total responsabilidad y de empujar los límites de la realidad para crear lo que no ha ocurrido hasta el momento. Erhard cita a Víctor Hugo al afirmar que cuando el tiempo de una idea llega, las fuerzas en el mundo son transformadas de manera que lo que haces funciona, y pone ejemplos contundentes en la historia de los Estados Unidos: el fin de la esclavitud, el proyecto del hombre en la luna, etc. En estos y muchos otros casos, llegó el momento en el que se abrieron campo soluciones para problemas que se creían insolubles.
La responsabilidad individual genera una manera de ser y actuar particular en el mundo. Líderes se conciben como parte de un movimiento y los movimientos construyen nuevas y distintas maneras de relacionarnos los unos a los otros. La acción no se enmarca necesariamente en una doctrina, no hay afán de tener la razón porque se entiende que estar bien no significa que los demás estén mal, los protagonismos pasan a un segundo plano, se logran consensos sobre la base de que no necesitamos estar de acuerdo en todo para construir y Ser UNO.
En Colombia la construcción de la paz no da espera. No es necesario esperar los miles de millones de dólares y la presencia de los representantes de la comunidad internacional. Simplemente, llega el momento en el que es posible (e imparable) que giremos el contexto y empecemos a ver y a crear posibilidades que antes no estaban disponibles. Para crear un contexto solo se requiere un ser humano capaz de ir más allá de los contenidos, asumiendo responsabilidad y tomando acción con pasión y compromiso, de manera que otros se suman a lo que ya está ocurriendo. Parece fácil y tal vez sólo se requiera dejar de pensar que las cosas son difíciles.
Y para finalizar (por ahora), navegando en todas estas reflexiones, me topé con el libro “Perdonar lo Imperdonable. Crónicas de una Paz Posible” de Claudia Palacios (Editorial Planeta), en el que leí algunas frases que deseo compartir porque para mí muestran que es posible construir un contexto en el que Colombia transformada y en paz sea una realidad, como una idea a la que ha llegado su tiempo:
“Tenemos que llegar al punto de decir que no hay una muerte justificada que merezca nuestro silencio” (Prólogo – página 14)
“Cuando alguien lo ofende a uno hay que pensar en retrospectiva y ver a quién ha ofendido uno, calzar el zapato ajeno para poder entender lo que no es entendible y perdonar lo imperdonable. Por haber podido hacer esto creo que Dios ha sido bueno conmigo en medio de todo”
(Capítulo Hay que calzar el zapato ajeno para perdonar lo imperdonable. Sandra Gutiérrez Ex secuestrada – página 41)
“No les deseo la cárcel porque la cárcel es un invento del odio y del miedo, una de las muestras más grandes del atraso de la humanidad”
(Capítulo Justicia sería que los expatrien. Adela Correa de Gaviria – página 106)
“Al enemigo hay que ponerle una cara con la cual uno se pueda reconciliar, entender que ese enemigo tiene hijos, familia, ideales, aunque uno no los comparta”
(Capítulo Acepto algo de impunidad pero no renuncio a la memoria. María José Pizarro – página152)
“El perdón es un salto de la evolución humana que se sale de lo racional”
(Capitulo E.S.P.E.R.E. Escuelas de Perdón y Reconciliación – página 215)