Algunas consideraciones iniciales
Medir es una forma de hacer visible lo que parece invisible. Cuando medimos nuestros resultados, accedemos a información relevante para la toma de decisiones. Ahorramos tiempo y dinero; ahorramos también energía, pues al acortar nuestra curva de aprendizaje podemos sustentar nuestras elecciones en consideraciones y ya no más en suposiciones. Cuando medimos, tenemos datos, información y tendencias; y el acceso a este conocimiento nos da poder de acción.
La medición de nuestros resultados aplica en cualquier área de nuestras vidas. En últimas para saber si estamos sanos, o si tenemos el tipo de relaciones que queremos, o las finanzas, etc., solemos tener puntos de referencia a partir de los cuales nos observamos, diseñamos y emprendemos acciones. Hasta aquí, nada de esto parece nuevo.
Sin embargo, pese a que la forma como se mide en una empresa suele ser uno de los aspectos que los ejecutivos más tienen presente, no siempre tenemos el nivel suficiente de conciencia para recolectar y analizar la información. Existe una oportunidad de observar en detalle y entender cómo funciona la cadena de valor.
- ¿Cómo cada una de mis acciones contribuye al logro esperado?
- ¿Qué requiero ajustar para dar un salto en mi desempeño y cómo todo esto se refleja en los indicadores que dan cuenta del éxito del negocio?
Para cada caso, hay formas precisas de estimar cómo tu contribución impacta los resultados del negocio. Si crees que hay aspectos que no se pueden medir, te reto a que encuentres una forma de hacerlo. Siempre será una mejor opción plantear un método de medición e ir mejorándolo, que no tenerlo. Es más, te propongo un reto mayor: Vencer la resistencia a poner “todas las cartas sobre la mesa”. Esa resistencia que nos lleva a equiparar nuestros resultados con nuestro valor como personas y profesionales, y que nos revive el temor (muchas veces infundado) de “perder el examen”, con el consecuente malestar que conlleva el sentir que estamos defraudando a otros y a nosotros mismos.
Considera por un momento que todas estas creencias, y las emociones que te generan, son parte de un invento. Es una interpretación, es sólo una forma entre muchas otras más de verlo. Tú eliges cómo relacionarte con este momento, y cómo toda la información que tienes (ya sea que te guste o no) es susceptible de ser puesta al servicio del objetivo que te hayas planteado.
Si tú lo eliges, ¡El momento de crear una realidad distinta ha llegado!
Algunos de los términos e indicadores con los que tal vez ya estás familiarizado
Los seres humanos somos seres lingüísticos, lo que quiere decir, de forma muy sencilla, es que creamos con nuestro lenguaje nuestra realidad. Ahora, las organizaciones, como toda agrupación compuesta por seres humanos, tienen también un lenguaje particular y que lo distingue de otro tipo de instancias de relacionamiento social. Es así como existen términos que solo cobran sentido cuando nos encontramos en un contexto empresarial. Si dudas de esta premisa, puedes hacer el intento de utilizar en pocas frases términos como CEO (Chief Executive Officer), Back-Office, Benchmark, Compliance, Pipeline, Stakeholders, etc., en una reunión familiar cualquiera. El resultado más probable que obtendrás es que varias personas, con cara de sorpresa, te digan que no saben de qué estás hablando.
Lo mismo pasa con los métodos e indicadores de medición de la gestión ejecutiva y organizacional. Son una suerte de idioma particular que sólo hablan quienes hacen parte de las organizaciones y se relacionan directamente con estos asuntos. Y aquí hay un primer desafío que te invito a considerar: Observa de qué manera tú y las personas con las que trabajas se relacionan con este lenguaje. ¿Saben todos exactamente de qué están hablando? Más allá de saberlo, ¿Dimensionan todos, en una medida justa y suficiente, “lo que está en juego” y lo que se requiere hacer para impactar positivamente los resultados del negocio? Y acá puede ser que muchas otras preguntas estén llegando, como una especie de torbellino… ¡Toma nota para que nada se quede en el tintero!
La medición de resultados en la mayoría de las organizaciones se observa a través de los indicadores genéricos de referencia tales como KRI, KPI, OKR, etc. Y sin ánimo de dar una cátedra de administración, mi intención es recordarte este marco de referencia, para luego incitarte a analizar la manera como mides tu gestión y la relacionas con la “película completa” que se espera lograr en la organización.
Considera por unos minutos cada una de las siguientes preguntas:
- ¿Qué tan presente tienes en el día a día las metas estratégicas de la organización?
- ¿Con qué precisión puedes medir la forma como tú contribuyes en la cadena de valor?
- ¿Has valorado de forma rigurosa cómo impacta el logro o no de cada una de tus metas como líder en la organización?
- ¿Has valorado igualmente cómo impacta el logro o no de las metas de las personas y equipos que están a tu cargo?
- ¿Para qué te paga la organización?
- ¿Qué es eso que se espera que tú y sólo tú realices?
- ¿Tus resultados honran el acuerdo que tienes y por el cual tienes el rol que tienes en la organización?
¿Qué te respondes? ¿Qué estás descubriendo o redescubriendo aquí y ahora?
La conversación está abierta. Me encantará recibir tus comentarios.
¡Hasta la próxima!